Maive desesperaba pues la comida escaseaba. El arrayán le soplo
al oído "consigue semilla". "¡Estás loca!" exclamó su abuela
"no desperdiciaré mis semillas en invierno". Pidiendo, pidiendo
Maive reunió algunas, y convocó al ciervo para que arrancara
los troncos viejos. Con sus cuernos lo hizo. Y al zorrino para
que secara la maleza. Con su orina, no más lo hizo. Y al tigre que
abrió surcos en la tierra. Con sus garras, pues lo hizo.
Los pájaros dejaron caer las semillas y antes de la puesta del sol
Maive cosechó maíz, cebada y trigo...
Acuarela y pastel seco
Calendario 2011 Sol y Luna Libros
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